Aunque la vida nos depara una serie de formas de ayudarnos, es cierto que dentro del desarrollo de tareas, funciones o cosas por hacer nos vemos abrumados por la complejidad o magnitud de las tareas por abarcar. En ocasiones vemos un problema tan grande que nos paraliza y nos hace asustarnos, y simplemente quedamos absortos viendo cómo el tiempo pasa sin que registremos una reacción.

En la informática

En términos informáticos, uno de los primeros principios que se aprenden es que un problema complejo se puede subddividir en problemas más pequeños hasta hacer que cada problema más pequeño solucione una parte del problema más grande. Es decir, descomponer una acción en varias acciones más pequeñas, diminutas y trazables con el objetivo de resolver los pequeños problemas, y la sumatoria hace que el problema más grande se resuelva progresivamente.

Ahora, ¿cuál es el nivel más recomendable?. Como regla general, y personalmente, aplico el siguiente criterio:

Se deben establecer cuántas funciones sean necesarias con el fin de asegurar que las acciones atómicas de cada componente pueda ser probado -test unitario- o cuyo resultado provenga de una operación adicional.

En español: cuando descompongo una función o procedimiento general, mi nivel más bajo será la función que retorne un valor procedente de una operación de menor nivel -como acceso a base de datos o matemáticas-, ya que así se pueden probar los componentes en forma separada, el resultado debe ser invariable en cada caso, y se deben aplicar los retornos y excepciones que sean necesarios con el fin de emitir las señales de éxito y error que correspondan en cada caso.

En la política

Este término se usa bastante en los contextos políticos y en muchas películas donde uno de los argumentos ocultos es que los villanos dicen frases que buscan separar a los héroes para ganarles uno a uno. Pues bien, ese argumento es basado en este principio, donde al separar las fuerzas provocas que cada componente de un todo se subdivida y no sea capaz de ofrecer mayor oposición hacia sus planes perversos.

En general, este principio se usa desestabilizar coaliciones o grupos de personas que se han visto cohesionadas por simpatía, la realización de una tarea, etc., y uno de los casos más memorables son las disputas de poder: cuando una coalición de partidos reúne sus fuerzas, la parte perdedora generalmente ataca los fundamentos de los ganadores y busca polarizar los acuerdos entre ellos, para debilitar el discurso y volverlos vulnerables.

En resumen

Por tanto el divide y vencerás, en su parte positiva, provee una forma rápida y fácil de resolver un problema grande en una secuencia de problemas más pequeños, aunque se debe establecer bien el camino y secuencia a seguir, y por sobre todo, debe permitir la flexibilidad de seguir con otro subproblema, en la función que pueda ser requerido.