En el mundo de los niños existen licencias que uno no sabía aprovechar bien, como el jugar por un rato más, contemplar el atarceder detrás de un balón de fútbol o jugar un rato más con los amigos en los juegos infantiles. Desconocía el tiempo y solamente me preocupaba cuando el sol salía y el sol se ocultaba. No existían las horas del día, sino que vivíamos los momentos marcados por las comidas (desayuno, almuerzo, once, cena).

A medida que vamos creciendo, aparecen las horas del día y las responsabilidades que debemos asumir. Ya no se trata de llegar al anochecer solamente, como antes, sino que a medida que vamos envejeciendo y sumando cosas y personas a nuestra vida, aparecen nuevas tareas que realizar: lavar ropa, cocinar, estudiar, etc. Y eso requiere mantener determinado ritmo de vida y formas de mantener el quehacer diario de casa y las responsabilidades escolares en orden.

Eso que nos invita a tener un claro orden acerca de las cosas que debemos enfrentarnos en el día a día, manteniendo el orden en todo ámbito de la vida: profesional, personal, espiritual, siendo padres o compañeros de vida. Este orden es fundamental para que nuestra vida sea una experiencia plena de alegría, de felicidad y de paz, y que pueda congeniar con nuestras expectativas laborales y profesionales, ya que el desequilibrio en algún aspecto de la vida, repercute en nuestro quehacer laboral.

La responsabilidad se vincula con hacernos acreedores y depositarios de la confianza de nuestro equipo de trabajo y jefaturas en que nuestras acciones y tareas buscan cumplir el objetivo de la empresa. Esta confianza se construye progresivamente a lo largo del tiempo, en el día a día, pero es fácil de que sea destruída en caso de fallar con las expectativas de nuestro tabajo o por la falta de prolijidad en nuestras acciones.

El desarrollador tiene por misión convertir requerimientos en código para que el computador realice acciones que esperamos nos ayude a mejorar procesos productivos de una empresa o personas. Con esta misión en la cabeza, es fácil que el programador piense que su desarrollo es perfecto y que las personas tienen la culpa por no saber usar su software, dejando la responsabilidad de que sea un software exitoso a otras áreas de la empresa (por ejemplo, en el área de marketing, en el área de ventas, en el área de finanzas, etc.). En sí, nuestra responsabilidad es hacer que las cosas funcionen, dejando códigos y rutinas que sean capaces de poder entender el resto del equipo y quienes vengan después.

Nuestra responsabilidad por tanto, debemos entenderla como una actividad que en el día a día vamos desarrollando como una experiencia de colaborar con más personas y entregando nuestro conocimiento y trabajo a otras áreas de la empresa para que sean capaces de poder trabajar con las herramientas que estamos desarrollando activamente, en pos de mejorar el trabajo de los demás.

Por último, y no menos importante, la responsabilidad también es un factor de mueve a las personas a hacerse cargo y reconocer la culpa a la hora de tener errores o cometer accidentes de programación en forma inadvertida. No se trata de ir a un patíbulo a que apredreen al desarrollador si falla un software o presenta fallos el proceso implementado, sino que es hacerse cargo de los problemas creados. (Obviamente, si trabajas en entornos médicos, no te equivoques…)

Ser excesivamente responsables también es malo

Vamos al otro extremo, nos hacemos responsables de toda la actividad que desarrollamos como código: cada línea, rutina, función, sistema debe ser probado y aprobado por el desarrollador. Esta carga de responsabilidad es muy alta para una persona, lo que puede llevar a efectos secundarios en la salud mental de una persona (burnout, ansiedad, inseguridad), provocando que se pierda el sentido de que el trabajo es importante y que debemos hacerlo con responsabilidad, ya que todo cambio que se haga sobre el software será “importante y crítico”, dejando ambas variables de cambios anuladas porque todo es muy relevante.

Vamos, sale un deploy, hagamos las cosas lo mejor posible, sabemos que todos tenemos una parte importante qué hacer en el software y nos hacemos párticipes de él. No apuntemos con el dedo el fallo y hagamos que cada parte del equipo sea haga co-responsable de su trabajo, con esto, podemos reducir la ansiedad y la inseguridad que se puede producir en el trabajo, además de eliminar los “pequeños castillos” de dominación que se genera si una persona está a cargo de un determinado proceso ("mi proceso, mi reino")