La profesión de informático, en muchos casos, nos hace pensar que somos Dios, nuestro campo de acción no tiene límite y que nada nos puede detener, pero recuerda que siempre hay una persona sobre nosotros: el jefe.

Muchas veces nos encantaría mandar a la CTM ignorar a nuestros jefes por que no nos comprende o creemos que la solución técnica que propone no es la mejor de acuerdo a nuestra experiencia, pero al pensar desde el otro la vereda, las cosas cambian un poco, ya que él posee más experiencia en determinadas cosas, mientras que tu dominas tus temas técnicos al revés y al derecho.

El ser jefe tiene dos aristas principales: es una persona nombrada por alguien más -generalmente, el jefe de tu jefe- que lo pone a cargo de un grupo de personas que deben producir o mantener una infraestructura de TI para toda la operación siga normalmente, y es la persona que debe conciliar los diversos puntos de vista y solicitudes que tenga la organización acerca de tus labores. Este personaje tiene conocimientos y capacidades distintas a las tuyas, y desde luego tiene habilidades blandas más desarrolladas que las tuyas con el único fin de representar -o llevar una voz autorizada- acerca del rol de la tecnología en los hechos productivos de tu empresa.

Por tanto, así como es la persona que está a cargo del buque, también cumple un rol importante para tu organización: es el representante dentro de los factores políticos que rigen a una determinada empresa. Es un toqui dentro del área y se reúne con el resto de los líderes de las diversas áreas productivas y organizativas de tu compañía para definir el futuro o discutir acerca de la realidad.

Por tanto, tu campo de acción se centra en realizar software, mantener la operación de un stack de servicios o supervigilar el correcto funcionamiento de las redes o servicios que tu compañía necesita para seguir produciendo, mientras que el campo de acción de los jefes se centra en sacar la bola de cristal e intentar descubrir “para donde va la micro”.


Algo que la idiosincracia nos hace pensar: le pertenecemos al jefe…

El jefe no es un Dios

En ocasiones creemos -o nos hacen creer- que el jefe es un Dios en varios aspectos, pero a la larga es una persona que tiene fortalezas y debilidades como todos, y que posiblemente tiene estudios distintos a los tuyos, no necesariamente profesional sino que temporalmente distinto, donde la tecnología evoluciona rápidamente.

Él se equivoca y es normal que lo haga, por eso no debemos frustrarnos cuando hay un error y nosotros teníamos la razón, simplemente son gajes del oficio que nos sacarán una sonrisa al final del día. Pero ojo a esto último: si los errores son reiterados en el tiempo, tu jefe no es la persona indicada para guiar el buque.

El jefe no es líder

En ocasiones se ha planteado que el nombramiento de un jefe no implica ser un líder dentro del área. El liderazgo es una virtud no heredable ni otorgable por un tercero, sino que una capacidad de las personas de entregar un punto de vista u opinión para forjar una idea o visión a un grupo de trabajo con el fin de lograr un objetivo.

El líder es la persona que motiva la frase inmolarse por la causa, ya que genera una sinergia positiva entre los pares y su voz es autorizada y avalada dentro del grupo de trabajo. Es la persona que entrega los recursos, mecanismos y las posibles soluciones para enfrentar los problemas y desafíos que aparecen en el desarrollo de una tarea: es un líder de opinión reconocido tácitamente por sus pares.

Liderazgo contra jefatura: la batalla de los dioses

Cuando se enfrentan ambos mundos en una misma idea existe el conflicto de los pares o grupos de trabajos acerca de quien tiene la voz autorizada: mientras el jefe ha recibido una determinada instrucción y concibe su propia idea de cómo implementar una solución, el líder puede plantear una solución alternativa que sería más flexible para el grupo.

Esta dicotomía del poder genera roces y conflictos entre la jefatura y los grupos de trabajos, ya que las visiones contrapuestas acerca del desarrollo de tareas impiden unificar un criterio del mejor camino, lo que puede conducir a una imposición por jerarquía por parte de la jefatura o una imposición por liderazgo por parte del líder.

El consenso es necesario: ayuda a unificar visiones, misiones y esfuerzos en pos de lograr el éxito de nuestro cometido como informático. Este esfuerzo debe hacerse por ambas partes que se identifiquen como tal con el fin de mantener dicha cohesión entre la visión organizacional (visión del jefe), y el bienestar del grupo (visión del líder).

Por tanto, no lo veas como un bicho raro, simplemente es un humano que debe hacerte la vida a cuadros pero que debe apoyarte: es algo mutuo y que no necesariamente tiene la razón al pedir cosas, pero sabe el porque lo hace: alguien más se lo pidió.

Curioso?